103- EL MAR, LAS OLAS, EL VIENTO Y LA HUMANIDAD
EL MAR, LAS OLAS, EL VIENTO Y LA
HUMANIDAD
Un día, cuando era niño,
y cuando caminaba por la blanca arena de la
playa,
un rumor, desde el mar, a mis oídos comenzaba a
llegar.
Eran las olas, que el viento con furia batía.
Eran las olas, de las cuales surgían mensajes
sutilmente elaborados,
nobles mensajes, que profundamente me conmovían,
y marcaban imborrablemente, a mi ser, para toda
la vida.
Esas olas, al continuar desplazándose,
murmullos iban produciendo.
Esas olas, al acercarse y esparcirse sobre la brillante
arena,
sublimes, acertados y urgentes consejos
emitían…
eran súplicas y ruegos bien acoplados y coordinados
de promesas y esperanzas, de armonía y
hermandad
para todos los hombres que forman la genial
humanidad.
Con un lenguaje musitado, como un secreto de
amor, a la humanidad invitaba,
a vivir su época, su tiempo, su aquí ahora…
a vivir
intensamente y con alegría cada instante…
… cada instante que le otorgue la naturaleza
¡ a vivirlo como si éste fuera el último!
Amar intensamente y con vehemencia a todo lo
que los rodea
compartiendo con sus semejantes la pasión por
saber,
ayudar también a aquellos, que por la causa que
fuere,
no han podido comprender lo que significa vivir
y recordarles que vivir sin ideales no tiene
sentido.
Esas olas, con desespero a gritos clamaban…
… clamaban a la humanidad
que ellos también eran vida
y que en su interior muchas más habitaban…
Ese viento, que a las olas agitaba, una melodía
difundía
y al entonar su canción, decía
que él también era vida
y que toda la existencia de él dependía.
Mas tarde, el mar, las olas y el viento
se conjugaban esperanzadamente para
persuadirnos…
… persuadirnos que nos cuidáramos todos,
incluyéndolos a ellos,
Cuido, que se traducía en suspender los
mortales contaminantes
que le aniquilaban la vida.
Y una vez más, nos recordaban
que saber vivir, es saber jugar
ese ardoroso y difícil juego de saber amar
dentro de su complicado escenario,
de la ruidosa faena diaria aturdidora,
agravada por el silencio eterno que produce la NADA
y el único aliciente del ser:
¡El amar y el pensar!
El mar, las olas,
El viento y la humanidad.
Jesús Riquelme Senra.