137- EL EPITAFIO (PRIMERA PARTE)


EL EPITAFIO
ENSAYO NO. 14
La relatividad de la Vida
PRIMERA PARTE

Continúan los seres humanos,
marchando y marchando, sin cesar,
cautivos, apresados y aturdidos mentalmente,
sin poder reflexionar, ni salirse, ni zafarse…
de la esclavizada procesión humana,
                                                ¡Ni de su angustioso andar!          
¡Hasta el final!

Mientras tanto, han ido cayendo y levantándose
¡Todos los telones!
¡Los telones del inentendido, desconocido y abstracto
¡Teatro de sus Vidas!
uno tras otro, sin interrumpirse ni detenerse,
por ser la Vida dinámica y no estática,
¡Por ser eternamente cambiante!

Esta conducta evolutiva, insertada en su condición vital,
¡Azarosamente construida!
ha sido implantada aleatoriamente desde su nacimiento…
… y al llegar a la vejez…
se precipitan, con celeridad los cambios de escenarios,
se aproximan, se acercan, se avecinan y se espera,
que continúen cayendo y levantándose los:
¡Los últimos telones!
¡También probabilísticamente!
¡Del teatro de sus vidas!
¡Velozmente!
¡Iniciándose el dramático final!
¡La despedida!
¡Sorprendiéndolos!

En este ínterin, los seres humanos preparan su:
¡Auto- leyenda!
que han venido creándola y elaborándola en sus mentes,
¡Durante todo su existir!
inventando, mezclando y combinando todo lo esculpido,
inculcado y labrado sin que haya tenido conciencia de ello,
coloreándola y matizándola con el pincel:
¡Subjetivamente yoísta!
¡Que le asignaron al nacer!
con el cual empezó, cada uno de ellos,
a tempranísima edad, a elaborar el diseño de:
¡Su incipiente yo!
impregnándolo con los colores, formas y tamaños
de los escenarios por los cuales fue pasando…
… escenarios que le causaron una mella indeleble…
¡… Una afección, huella e impresión significativa!
traducida a su vida como:
¡Su personalidad!
¡Que defenderá durante toda su Vida a ultranza!
¡Hasta el final!

Esa auto leyenda fue elaborada por cada quien:
¡Del cómo cree él que lo ven sus congéneres!
y
¡Del cómo se auto ve él!
¡Y de las grabaciones existentes en su mente,
 que se unen a su percepción!,
de esta manera se estaría en presencia de:
¡Un ser irreal!
auto percibido, subjetivamente por él,
concebido mistificadamente,
artificioso, engañosamente sofisticado,
¡Lejos y ausente de la realidad!
desacertado
junto con todo su interno mundo
y así se pasó toda su existencia,
completamente relativa al observador,
¡Distinta y difiriendo de la verdad!

En ese Ser irreal,
esfervece, resuena, y comienza a construirse,
en estricto silencio y sin entenderlo,
¡El epitafio virtual o imaginario!
formándose lentamente después de su madurez,
a la mitad de su vida
¡Como el epitafio incipiente o interno!,
afectado y sombreado por los matices de su creencia religiosa.

Más tarde, cuando avanza el tiempo y lo exterioriza,
comunicándoselo a sus seres queridos y allegados,
se transforma en:
el epitafio exterior
definido, perfeccionado y pulido en sus últimos años,
luego caerá el telón donde aparecerá,
¡El epitafio final!
¡Con su lápida final!
conteniendo su leyenda,
al final de su procesión,
estudiado minuciosamente y ensayado en su mente,
durante toda su procesión
y compartido cercano a su final,
con sus seres más queridos y próximos.

Mientras tanto, cegados aprisionados y dependientes,
los procesionarios prosiguen marchando y marchando,
cada vez más y más…
¡Indeteniblemente!
¡Están desubicados y aferrados a su procesión…
desconcertados y perdidos en su confusión.
En algunos casos, los procesionarios, en ciertas etapas de sus vidas
cambian y reformulan el epitafio virtual,
¡Y a veces el epitafio final!
¡Porque en el brotar y discurrir de sus vidas!
surgen, aleatoriamente, situaciones nuevas e inesperadas,
que modifican su:
¡Significado de la vida!
concebido hasta ese momento.

Estos cambios pueden ser radicales y absolutos,
pero para él, resultan esenciales y fundamentales,
por esos, en determinados casos, su decisión es extremada y tajante,
pintadas de fanatismo o sectarismo.

El epitafio virtual o externo fue elaborado,
en el transcurso del fluir de la vida,
conjuntamente con el guión de su existencia,
a medida que continuaba desfilando y desfilando:
¡En la procesión!
¡Con la visión vendada!
alimentado y estimulado por el devenir estocástico,
de su secuencia vital:
¡Totalmente casual!

Es con mayor énfasis, en los sueños,
donde se va, lenta y progresivamente, labrando,
¡El epitafio virtual!
sin ninguna restricción, dentro de su libre albedrio,
lleno de matices, argumentos y coloridos,
allí se va perfilando ocultamente y desapercibidamente,
sin que lo vaya advirtiendo el Ser
y allí también se realizan, se perfeccionan y corrigen,
todos esos detalles que, al Ser, la vida:
¡Lo fue moldeando!

El soñador queda impedido y limitado:
¡En saberlos interpretar!
¡Porque esos sueños van colmados de excesivas:
¡Variables de vida!
que se mezclan, se combinan y se ensamblan probabilísticamente,
solo se puede apreciar:
¡El yo móvil!
realizando hazañas temerarias
azarosamente
que con frecuencia son interpretadas como:
¡Un presagio, un augurio, o una profecía!
a veces con señales de presentimientos o predicción,
y el Ser se cree que es un vaticinio o un pronóstico!
¡Se sugestiona y se equivoca en su interpretación!
todo esto es producto del incesante diluvio de información,
que desordenadamente se precipitan como grabaciones en su mente,
y así van dejando las cicatrices y huellas,
que lentamente forman:
¡La misteriosa personalidad!
¡O la visible personalidad!
y para otros la oculta personalidad que los rige.

El epitafio en general, igualmente, ha sido ensayado,
modificado y reescrito por el procesionario,
basado en:
¡El cómo ese Ser se auto veía en la vida,
y
¡El cómo creía que los demás y el mundo lo veía!
¡Es su verdad interna!
¡Es su creación!
¡De lo que él cree que es la vida!

Es la síntesis resumida de la historia de su vida,
y en ella , dentro del último telón vital,
está contenido el periodo final de su existencia,
sobre todo en la despedida de los enfermos terminales,
¡Con una lenta agonía!

Es cómo él desea o como se imagina su despedida,
es el juego final del epitafio final o interno
¡Sobrio, escueto y parco, con mucha seriedad!
debido a que contiene la selección de quienes quiere que lo acompañen,
y estén presentes en su discurso final.
¡En el final de su epitafio virtual!
¡En el epitafio final!

Allí también está incluido,
su agradecimiento a la Vida,
su alegría de existir,
la idea que tiene de la Vida eterna en el más allá,
¡Ansiosamente esperada!
Ofrecida y prometida en su tierna infancia,
ratificada y reafirmada en su eterno caminar,
¡Dentro de la procesión!
reconfirmada y convertida en:
¡Su verdad!
reforzada por los procesionarios que lo acompañaron,
en su aturdido y angustioso andar,
que defenderá hasta el final de su vida.

Poseído por esa obsesión fanática y ansiosa,
¡Espera el cumplimiento consagrado!
de su Vida eterna!
¡Garantizada en el más allá!
Y convencido de esa ficticia creencia,
¡Emprende su viaje…!
¡Su incierta travesía!
¡Su desprendimiento de la materia!
¡Que apresa su abstracto y tan querido YO!
¡Que le impide su ascenso!
¡Emprendiendo su celestial excursión!
¡En busca de su creador!
para compartir la esperada vida eterna,
colmada del utópico éxtasis
¡Porque se va al encuentro con su Dios!
¡Como lo soñó y ensayó durante todo su vivir!

Así se consuela, confesándose y arrepintiéndose
¡De sus imaginarios pecados
concebidos y calificados por su libreto vital y:
su necesidad de absolución y perdón
¡Como el Ser espera!
de parte de la corte humana que lo acompañó en su procesión,
y como un pago,  realiza su acto de contrición,
ejerciéndolo:
ante sus familiares, sus amigos y sus seres queridos…
¡Sus últimas palabras dichas y pensadas!
preparándose para el descanso final
¡Aprendidas y esperadas!

En el epitafio final el Ser frecuentemente, siente un placer especial,
mezclado con otros sentimientos,
personalísimos, inusitados y extraños,
en el acto de su discurso final,
porque ese momento lo ha elaborado,
¡Pensado y esperado!
¡Durante toda su vida!
aunque estuviera desapercibidamente oculto,
o sedimentado en su subconsciente,
al igual sucede con todos los Seres presentes en la despedida
¡Es un respeto, acompañado con el silencio!
¡A la despedida!
todo esto ocurre y se desarrolla:
¡Del culto a la muerte!
así se lo enseñaron y así lo aprendió,
incluyendo los lamentos y las quejas finales,
imaginadas, reales o ficticias,
justificando lo que él cree que son sus pecados,
y a quienes desea rendirles cuenta,
la mayoría de las veces lo hace dentro de sus mentes…

A veces la proyección de sus pecados,
es dirigida a causas externas,
ajenas a su voluntad…
¡Necesita descargar o liberar culpas!
¡O simplemente aliviarse de ellas!
¡Justificándolas o aminorándolas!

En otros casos, esto está inserto en el juego:
¿De quién fue la culpa?
difundiéndolo al mundo en su despedida,
…porque no pudo ser lo que esperaban de él…
si no hubiera sido por… yo hubiera logrado,
al menos logre…
toda la culpa fue de…

Al mismo tiempo, expone, con un recital,
alentándose y haciendo sus últimos esfuerzos,
como si estuviera entonando la canción de su Vida,
matizada a manera de fortalecer y vigorizar:
¡Su discurso final!
¡Su despedida!
¡Como él se la imaginó en el epitafio virtual!
¡Y eleva este clamor entonándolo!
¡Con un rezo colmado y saturado de todo lo aprendido!
¡Y que está cónsono con su guión de Vida!
y va dirigido
a su Dios.

Actúa como un estribillo repetitivo tendiente a justificarse,
liberando culpas y atenuando,
el peso que sobre sus hombros soportó toda su Vida
¡Contenido en su libreto vital!
¡Es la ropa con la cual lo vistieron!
para encarnar el papel teatral que le asignaron en la Vida,
Así cada Ser resumen en su epitafio, su contenido vital,
la síntesis de su guión de vida,
de su libreto vital
lentamente formado en esos largos años iniciales,
donde está enraizado, arraigado y fortalecido
todos esos aprendizajes imborrables que están formando,
¡La idea que tiene!
¡Del mundo, de la Vida y de su significado!
¡Y todo lo que desde allá entonces!
se fue instalando, aferrándose y hoy habita con tal fortaleza en su mente…
y dentro de ella están también:
¡El contraste naciente!
¡Progresivamente creciente entre la fe y la razón!
¡Contraste que lo acompaña toda su vida…!
afianzándose,
afincándose e incrementándose
¡Con el vivir!
¡Todo esto reside radicalmente!
prendido, inseparablemente agarrado y anclado como si estuviera:
¡Atrapado fuertemente a su guión de Vida!
¡Dentro de esas tiernas grabaciones!
enraizados en lo profundo de su mente,
¡Cómo aprendió a verse!
¡Cómo lo enseñaron a mirarse y a auto apreciarse!
¡También como cree que lo ven los demás y el mundo!
¡Todo aprendido!
¡Todo subjetivo!
con sus cualidades, virtudes y errores,
con sus fortalezas, debilidades y miedos,
es como una veloz película que se le proyectó en la mente,
¡En su despedida!
  
Participaron en esto:
todas las voces que escuchó,
todas las grabaciones que se plasmaron en su mente,
su sentir vivido o pendiente
sus aspiraciones vividas o frustradas,
la recopilación de todo su argumento vital,
abstracto, reales o imaginarios,
su resignación a lo no vivido,
aproximadamente todo esto ocurre en un estricto silencio,
casi inconsciente.

Y con ello también se va, la noción que tiene:
¡De su existencia transitoria!
¡En su aquí ahora!
¡Todo dentro de una brevedad de tiempo!
¡Fue una organización del Algo!
convertido en vida consciente.
¡En una infinitesimalidad!
¡En una instantaniedad!
¡En un parpadeo de tiempo!
de una vida frágil y sutil
efímera, corta y limitada
aturdida y sin saberlo
que en pasado se convierte,
desaparece,
se vaporiza,
se sublima,
y se desorganiza,
se desarregla ese Algo organizado genialmente,
convertido maravillosamente en vida,
¡Para regresar a la Nada!
¡De donde salió!

Va a formar parte de:
otros estados aleatorios, transitorios y fortuitos,
¡Vegetales, animales, minerales, gaseosos, o vibratorios!
cíclicos, repetitivos, incomprensibles…
¡Inconcebibles!

¡Es increíble!
que esa vida consiente se desorganice y se disperse,
esparciéndose ese polvo de Vida, que emprendió:
¡Su regreso a la Nada!
para construir otras vidas
con sus residuos, fragmentos y porciones
¡Se extingue su tan querido Yo!
¡Y no queda Nada!
¡Quedamos desconcertados!
¡Nos resistimos a aceptarlo!

Esta procesión humana con su despedida,
con su epitafio, su drama final y su lápida,
se originaron y se fueron produciendo ocultamente,
en estricto silencio,
para concluir,
culminándose:
en su exteriorización,
¡En su discurso final!

Fueron impulsadas y estimuladas:
por las cuatro hambres de la Humanidad;
el hambre de bienes materiales y alimentos,
el hambre de tómame en cuenta,
el hambre de estímulo,
el hambre de saber sentir y concientizarlo,
conjugadas todas dentro del aprendizaje y la interminable búsqueda del:
¡Significado de la Vida!
Sin tener noción clara y precisa,
que este significado de la Vida está presente,
y es hijo inseparable de la:
¡La conciencia de nosotros mismos!
También de las cuatro hambres de la Humanidad,
pero también sin advertir que están en un escenario terrestre,
donde la Vida es un:
suceso casuístico y ocasional,
imprevisto y eventual,
adventicio y contingente,
evolutivo y dinámico,
y que está afectado totalmente de:
¡Aleatoriedad!
y así hay que entenderlo…
y evitar que sea deformado…
o ignorado al vivir.

Es el hambre del “Tómame en cuenta”, que contiene implícito:
no me ignores,
no me excluyas,
no me margines,
ni tampoco me discrimines o relegues,
la que participó y la que aportó mayor peso, pero en el estricto silencio,
¡Dentro de la gran procesión humana!

Este clamor se convierte,
en el eje principal de su Vida,
le sigue el hambre de estímulo que con su temeridad actúa,
incitándolo para inducir y provocar al procesionario,
¡Como un señuelo!
impulsándolo a que se inicie y permanezca dentro de la procesión en:
¡Su eterna búsqueda!
a ser estimulado,
fortaleciéndolo, animándolo y entonándolo.

Y finalmente el hambre del sentir,
que lo conduce con mucha intensidad a exigir y buscar sensaciones…
…sensaciones que lo conmuevan, lo emocione y lo estremezcan,
entusiasmándolo con sentimientos que lo hagan:
¡Sentir que vive intensamente!
¡Que goza y disfruta de la existencia!
¡Íntegramente!
¡Que vibra todo su Ser!
¡Material, espiritual, intelectualmente!
¡En su Aquí Ahora!

Esta incesante búsqueda conjuntamente con las cuatro hambres y la conciencia,
¡Creó la religiosidad con todas su consecuencias!
por la imperiosa necesidad de encontrar a su Creador
y hoy entonces,
¡En esos minutos extremos, cuando se agota la existencia!
tiembla
por el apego a la vida,
por el cómo les enseñaron y el cómo aprendieron.

Se arrecia y se acentúa el contraste
entre:
lo aprendido contra la realidad,
esto impide entender la Vida,
detiene y bloquea el razonar y el pensar,
domina y se impone la ficción aprendida,
aprendida en la tierna infancia, sólidamente cristalizada,
que bloquea la reflexión, el deliberar y la recapacitación.
Se agrava el pánico por la incertidumbre, que avasalla…
¡Por no saber que sigue!
dentro del síndrome de:
¡La gran mentira!
¡Sostenida toda su existencia!
Y por su escenario circundante,
con la peligrosísima consecuencia que afecta,
¡Toda la calidad de vida!
por el enredo de haber estado convencidos equivocadamente,
que eran lo que nunca fueron,
este contraste los anula completamente.

Se complica el escenario, por unirse a la crisis y al caos,
¡La urgente necesidad de estructurar el tiempo!
a como de lugar para aliviar el:
¡Anonadamiento y postramiento!
¡En que caen por no entender la Vida!
y se precipitan inesperadamente los fatales juegos psicológicos
que aparecen compensando el vacío existencial
¡Y la gran soledad enloquecedora, inmanejable!

Se asoma, se apodera de los procesionarios y se extiende
¡La Gran crisis existencial!
sobrevenida por el contraste y su resistencia para admitirlo,
que les impide aún más, el escaparse y el zafarse
de la procesión humana
perdurando y padeciendo todas sus consecuencias.

Afligidos languidecen, entristecen y decaen,
porque quedan imposibilitados e incapacitados,
de abandonar la angustiosa procesión,
y que cada día más, se aferran a ella.

Deprimidos y desconsolados se extenúan,
desalentándose y quedando abatidos,
sin ganas de continuar viviendo,
se obsesionan en perfeccionar el epitafio,
con desespero, como la única solución.

Y así se despide de la gran procesión humana,
y se van engañados y convencidos
de continuar al encuentro,
de otra procesión prometida…en el más allá,
¡La celestial!
¡Inexistente!

Entonces,
a veces, inesperadamente, ocurre que surge:
la reflexión y la recapacitación,
¡precisamente en esos minutos extremos!
que después de tener noción clara y precisa, que este:
¡significado de la Vida!
está presente y es hijo de la inseparable:
conciencia pero también advirtiendo,
que está en un escenario terrestre,
donde la Vida es un:
suceso casuístico y ocasional,
imprevisto y eventual,
evolutivo y dinámico,
y que está afectado totalmente de la:
¡aleatoriedad!
¡Sin intencionalidad!
¡Y así hay que entenderlo!
¡Evitando que sea deformado!
¡e ignorado en el Vivir!

Y después de haberse percatado que se sacrificó y privó inútilmente,
 de todo la grandiosa hermosura viviente
y de todos los detalles,
de esta casita sin igual llamada Tierra,
y no disfrutar intensamente y a plenitud la:
¡Realidad terrestre!
¡Su Aquí  Ahora!
¡Excepcionalmente impresionante!
¡Y del abrazo fraternal de su coterráneos!
Con sus sensaciones y emociones,
con su mirar y reír,
su pensar y razonar,
su alegría de vivir,
su imaginación y creatividad,
su curiosidad y perseverancia,
que abren las puertas,
¡Al amar y al sentir!
que conforman configuran y constituyen,
¡La esencia de la Vida!
¡Con su aroma y perfume humano!
de la inquieta alma del Ser,
y su cualidad más valiosa la “conciencia”
¡En el aquí ahora terrenal.

Para al final solo dejar un eterno silencio sepulcral terrenal,
¡Y nada más!
Y para él, ni siquiera quedó el recuerdo
además contribuyó a crear y producir una humanidad confundida y engañada,
¡Desorientada y frustrada!
¡Por habérseles inculcado lo que no son!
¡Y sostenérselo toda la Vida!
a través de la gran mentira.

Y después de todo este final,
de reflexión y recapacitación,
¡Sobrevenido!
¡Probabilísticamente también!
Nacerá la esperanza de que:
la Humanidad se encamine hacia un:
¡Nuevo significado de la Vida!
¡Acorde con la realidad!
 y
¡El Aquí Ahora Terrenal!.




Nota: Este ensayo nace y se origina
de haber compartido la Vida intensamente,
observando y estudiando los telones del
Teatro de la Vida, de los innumerables seres queridos
y de otros seres que me adversaron,
del análisis extraído precisamente en el momento de su
despedida de la Vida, se excluyeron las muertes violentas, por accidentes
y otras causas.
Continúa este ensayo en el Epitafio No. 2, o ensayo No 15.


EL EPITAFIO
Primera parte
Ensayo No 14
Jesús Riquelme Senra
15/02/2020

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