24-PANCHO…. A mi hermano mayor…
PANCHO….
A mi hermano
mayor…
El ayer
siempre está persiguiendo
al presente…
Y el
presente siempre se le
está
fugando…
Los seres humanos establecen,
sin saber porqué,
posiciones radicales durante largos años de
su vida,
a veces hasta su muerte…
Estas posiciones obedecen a resultados inadvertidos,
del incesante dialogo interno,
que se genera en nuestras mentes,
entre tres personajes: el que nos fustiga,
el
otro personaje que razona limpiamente
y el tercer personaje que se divierte,
ríe, juega, tiene euforia y ganas de vivir.
El personaje que nos fustiga,
instalado en nuestra cabeza,
y
encarnando nuestro “YO”,
nos impone posturas irreconciliables
para con nosotros mismos y para con los
demás,
y cuando eso sucede, el personaje “RAZON”,
permanece inmóvil y paralizado,
queda incapacitado de actuar
y de someter a critica al personaje
fustigador…
Como consecuencia nos sentimos mal,
y
buscamos su causa en el exterior de nosotros,
como una manera de aliviarnos,
y aunque fuese así,
no resolvemos nuestra tristeza,
que nos embarga y envuelve;
y continuamos sentados en el tiempo,
sin querer ni poder tomar ninguna
determinación.
Así, sentados en el tiempo,
el reloj continúa batiendo
minutos de desesperación.
el diálogo interno continúa,
a veces la razón aflora,
y por momentos nos percatamos,
que nos estamos haciendo daño,
al disfrutar del placer que produce el
fustigador.
Surge el tercer personaje,
El niño, “acreedor del paraíso prometido”.
Retorna a nuestra mente,
la alegría, la euforia, los recuerdos,
las promesas, el paraíso prometido,
los “senderos en la montañas”…
Surgen de “todos los confines”
“por los bosques”,
“por las colinas”,
“por las estepas”,
“a veces temerosos”…
porque el personaje fustigador,
en nuestra cabeza,
ha logrado hacer su mella.
A veces
el “aturdimiento” pone fin,
a los sueños y esperanzas, del personaje
niño…,
nuestro único valuarte,
como condición humana.
Es
el fustigador “padre”,
padre de las manías depresivas,
que disfrazado ahora,
con vestidos engañosos,
silencia el naciente tiempo,
silencia la alegría de vivir,
nos amordaza nuevamente,
sumiéndonos en una marcha atrás.
El niño y la euforia de vivir,
queda entonces en sueños…
queda otra vez como
“acreedor del paraíso prometido”,
sin posibilidades de cobrarlo,
porque se lo ha impedido,
el fustigador “padre”,
y nuestra búsqueda claudica.
“Nuestro
tan querido YO”,
se marchita y languidece,
… y el ciclo se repite…
Sólo es necesario realizar,
un ejercicio donde identifiquemos,
a esos personajes,
y preguntarnos, humildes y desnudos:
¿Quiénes son esos personajes de verdad?
Lamentablemente,
esos personajes, somos nosotros a la vez,
porque están instalados en nuestra cabeza
y nunca van a salir de allí.
Entonces es menester y necesario,
aprender a silenciarlos o a callarlos,
cuando nosotros lo deseemos.
Es necesario saber invocar parte de ellos
también,
cuando nosotros los necesitemos.
¡Cuando eso ocurra, seremos dueños de
nosotros mismos!.
Resurgirá la alegría de vivir,
todas las llanuras “reverdecerán”,
no habrá “temor ni miedo”,
no habrá “soledad”.
“El huésped medroso de la eternidad”,
dejará de serlo…
y entonces nosotros seremos,
lo que queramos ser;
la vida será la que planifiquemos,
y si alguna vez nos desobedece,
haremos que nos obedezca.
Habrá cantidad de vida con calidad .
¡Viviremos el aquí ahora!,
¡no el allá entonces!.
Entonces, el reloj no batirá más minutos
de desesperación,
al ser
testigo del fluir inexorable del tiempo.
Es por eso que ¡Hoy es otro tiempo!,
¡Otro lugar!.
Es hora de aprender a vivir;
No hay “tempestad” ni fatalidad;
“ni se ciernen por todas partes”.
¡Debe silenciarse al fustigador!
“El allá entonces”,
matizado de múltiples colores,
formas y contenidos,
espejismos y deformaciones,
quedó atrás…
Sus interpretaciones hoy,
serán producto de muchas equivocaciones,
de absurdas narraciones,
contadas subjetivamente,
miradas por el cristal y la impresión de
cada quien,
¡carecería de sentido esa situación!
¡y
sería dañina para todos!
¡Hoy es otro tiempo!
¡otra época!.
¡Es el aquí entonces!,
nos ubica en nuestra realidad.
Debemos recordar que
Vivir sin ideales no tiene sentido.
Debemos vivir intensamente y con alegría
cada instante que nos otorgue la
naturaleza.
Nos siguen dos generaciones,
Y esperan de nosotros ejemplos, guías…
Esperan de nosotros,
que les indiquemos el camino
por
donde tienen que caminar.
Esperan de nosotros que le
aportemos
el concepto de unión y armonía
que tanto nos hace falta y les hace falta a
ellos…
… a los que vienen atrás…
“Nuestro tan
querido Yo”…
es un
reservorio de ayeres.
¡Saber
vivir!
es saber
administrarlos
y ubicarlos
en el presente,
¡ en el aquí
ahora !
JESÚS RIQUELME
13/04/97