230 - CONCILIACIÓN ENTRE DIOS Y EL DIABLO Primera Parte

 

CONCILIACIÓN ENTRE DIOS Y EL DIABLO

Cuento-reflexión-y ensayo N°90

Primera parte

 

En un rinconcito…

de la inmensidad del espacio…

 en su colosal grandeza…

¡en su vastedad!

¡inimaginable para la mente humana!

más allá de la frontera cósmica…

en un extremo del tope del universo…

donde se sobrepasa los límites:

¡de su comprensión!

 

¡Ininterpretable e inconcebible!

en un apartado del confín del mundo…

más allá de su restringido e invisible borde…

 

allá… donde no existe, tampoco la Nada

ni para la grandiosidad ilimitada,

tampoco para la interminable pequeñez e insignificancia invisible,

¡que reta y desafía a lo posible!

 

Tampoco para la imaginación…

menos aún para la creatividad…

donde la invención se desvanece por completo y se anula…

donde la Nada no tiene cabida…

ni siquiera como un Algo indescriptible o inimaginable.

 

Donde la mente humana,

no le queda más remedio,

que guardar:

¡un profundo silencio!

 

Un profundo silencio,

acompañado de la perplejidad y del asombro…

donde la duda, la vacilación y la incertidumbre,

 ni siquiera podrían ser aplicables,

¡dejarían de existir! 

más allá del inagotable espacio,

más allá donde el tiempo y el espacio tampoco existen.

 

Un día…

en un singular momento…

¡como un evento o suceso, imposible de que ocurra!

¡sin parangón!

¡inesperadamente!

 

Sin saber por qué, ni que lo originó…

con la:

¡sublimada probabilidad!

cuando su valor,

¡es el cero absoluto!

¡y aún así, ocurrió!

 

Que dos seres opuestos radicalmente,

¡se encuentren!

en  esa inmensidad desconcertante,

cuando esos dos seres especiales,

¡se encuentren y coincidan, en el mismo tiempo!

 ¡fortuitamente!

azarosamente

tropezando, el uno contra el otro…

chocando en el encuentro,

¡aleatoriamente!

 

Cuando angustiosamente caminaban…y caminaban…

¡abstraídos!

¡reflexionando profundamente!

¡absortos y ensimismados!

enfrascados y concentrados, cavilando sin cesar.

 

Uno de ellos, poseía una deslumbrante Faz,

irradiando prepotencia…

y el otro, con un rostro que difundía,

 una profunda tristeza inocultable.

 

Estaban tan abismados y preocupados

¡meditabundos!

en su profunda y misteriosa reflexión,

¡que no se reconocía el uno al otro!

 

La distracción era tanta…

y la disimilitud de los dos,

era tan pronunciada, exagerada y radical,

que resultaba imposible que:

se observaran y se reconocieran…

¡y que se identificaran mutuamente!

 

Como en esa infinidad,

era imposible que aparecieran:

¡los dos al mismo tiempo!

la sorpresa fue impactante,

los dos quedaron atónitos,

¡fue un evento con el cero absoluto, probabilísticamente!

 

Se cruzaron saludos,

¡por un formulismo aprendido!

automáticamente,

¡hola, se escuchó del Rostro triste!

¡hola, le respondió la Faz prepotente!

como una cortes respuesta, también, aprendida,

 

¿Qué haces por aquí…?

esto está muy solo…

“preguntó el Rostro triste”,

con una voz sosegada, calmada y humilde.

se escuchó de la Faz prepotente,

¡parcamente, preciso y conciso! 

“reflexionando intensamente”,

 

Enseguida preguntó la Faz prepotente…

¿y tú que haces por aquí?

también respondió:

solo, igual que tú, cavilando,

recapacitando profundamente…

¡lo que hubiera sido posible! 

¡lo que hubiera sido preferible!

 

Nació un pequeño y misterioso silencio…

¡enigmático!

¡inexplicablemente!

 

El Rostro triste, le insiste a la Faz prepotente:

¿reflexionando sobre qué?

 ¿te podría ayudar en algo?

¿si no es un secreto, que quieras guardar?

 

La respuesta se escuchó de inmediato,

de la Faz prepotente,

no, no, no es un secreto…

ya a mi edad, no existen secretos…

¡fueron graves errores que he cometido!

durante eones pasados ya transcurridos,

¡fueron errores imperdonables!

no entiendo que me ocurrió,

llevo muchísimos milenios de tiempo,

¡deliberando y recapacitando!

¡y me he hecho, una auto preguntas todo el tiempo!

¡si las cosas hubieran sido distintas!

 

…Pero ya los errores están cometidos…

con todas sus graves consecuencias…

y esto me perturba mucho, y me hace sentir mal,

¡he causado inmenso daño a la Humanidad!

 

Otro breve tiempo transcurrió, de estricto silencio,

para el rostro prepotente,

quien le formulará igual pregunta,

al rostro triste

 

¿Y a ti, que te impulsó, estar en estos espacios solitarios?

caminando… y meditando

¿sobre qué meditas?

¡te noto muy preocupado también!

 

De inmediato el rostro triste respondió,

al rostro prepotente

sí, sí, estoy muy preocupado,

no tengo con quien compartir mi malestar…

…producto de un destino incierto…

¡nadie podría ayudarme!

vago por este frio, e inconmensurable espacio…

¡absolutamente solo y triste!

 

La faz prepotente,

después de una observación detenidamente,

y un examinar reflexivo,

dijo:

tengo idea de que te conozco…

pero no te ubico…

por mi mente pasa una reminiscencia,

¡vaga y somera a la vez!

 

El Rostro triste continúa hablando,

a mí me pasa igual que a ti,

por mi mente desfilan un caudal de recuerdos,

como si se precipitaran,

voluminosas evocaciones…

algo borrosas, difusas y desdibujadas,

que me deprimen y me angustian…

¡como sombras que me hacen sentir mal!

¡es una especie de remembranzas infantiles!

 

De inmediato el rostro prepotente le pregunto al rostro triste,

con mucha curiosidad,

¿quién eres tú?

¿cómo te llamas?

¡para ver si logro precisarte!

 

El Rostro triste responde vacilante y confuso,

como si hubiera intuido algo…

y muy humildemente y sumiso,

y con mucha tristeza, que se agrava rápidamente,

responde:

¡yo soy Lucifer!

…pero hoy no soy nadie…

vago fugitivamente por las praderas del universo…

a donde me arrastre,

sin rumbo definido…

el viento cósmico

 

De inmediato brotó,

del Rostro triste,

una nueva repregunta al Rostro prepotente,

con un contenido tembloroso e inquietante,

causado por la sospecha,

que veloz mente se le avecinaba,

¿y quién eres tú?

¿cómo te llamas?

 

Se escuchó, como una voz resonante y prepotente,

impetuosa, enérgica y fogosa,

¡pero profundamente engreída!

¡yo soy el dueño de todo!

¡de todo lo que ves tocas y oyes…!

me llaman el:

¡El todo poderoso!

¡nadie puede estar por encima de mí!

¡todos absolutamente todos!

¡tienen que adorarme!

¡sin excepción!

 

Lucifer palideció de inmediato,

al escuchar la auto- descripción del:  

¡todo poderoso!

¡instantáneamente lo reconoció!

¡y dijo con una voz apagada y sumisa!

¡casi insonora!

entonces:

¡¡tú eres Dios!!

…se le precipitaron los inmensos recuerdos…

que trillaban y borboteaban, como un hervor en su mente.

 

y continuó diciendo:

  ¡ya comprendo...ya comprendo…!

¡ahora si recuerdo bién todo!

también entiendo por qué estas:

tan preocupado,

¡por los errores cometidos en el pasado!

 

Volvió el misterioso y extraño silencio,

acompañado de un frio incontrolable,

que hacía temblar a Lucifer,

 

Este frio se extendió y afectó también a:

¡Dios!

¡afectó a ambos!

¡con mucha intensidad!

se reiniciaba ahora el:

 ¡profundo silencio!

prolongándose indefinidamente,

ambos se miraban profundamente,

indagándose, incursionándose y auto-rastreándose,

¡descubriéndose el uno al otro!

 

Ambos propusieron e insistieron,

en recesar y volverse a encontrar otra vez…

Dios ofreció avisarle al Diablo,

para,

reiniciar un profundo y sinceró:

diálogo entre los dos.

 

Continua en:

CONCILIACIÓN ENTRE DIOS Y EL DIABLO

Cuento-reflexión-y ensayo N°91

Segunda parte

CONCILIACIÓN ENTRE DIOS Y EL DIABLO

Cuento-reflexión-y ensayo N°90

Primera parte

15-08-2023

Jesus Riquelme Senra

jesusriquelmesenra@gmail.com

 

 

 

Comentarios

Entradas populares de este blog