22- EL REGRESO DEL HERMANO
EL REGRESO
DEL HERMANO
POR PABLO RIQUELME
VERSION JESUS
RIQUELME S.
Un día nos fuimos todos
incomprensiblemente de tu lado;
Abandonamos la casa y obligamos a
mi madre a seguirnos.
Te dejamos sólo en ella, después de vaciarla.
Tu vida anduvo inquieta en
nuestras mentes,
poderosa en nuestros sueños,
encabritada,
siempre de mil modos interrogante.
La impotencia en justificar nuestra
conducta,
ardía en nuestras manos y en
nuestros ojos.
Todos no sabíamos que decirnos de
nuestro proceder;
no había forma alguna de
justificarlo
Tú
imagen alta, larga;
los movimientos de tus brazos y de
tus manos,
no habríamos ni podríamos olvidar.
La taza de café con leche caliente,
y la voz gruesa, firme, que durante
más de 15 años,
nos guió en primaria, secundaria y
universitaria,
ataba duramente recuerdos.
Nos barajábamos razones, sentidos,
preguntas;
nos tejíamos versiones extrañas,
para poder interpretar el actuar de
todos nosotros,
agavillados contra ti.
¡No había ninguna razón que lo
justificara!.
Sentíamos dolor,
se callaba luego...
Los años pasaban en vacío
Y pensábamos más en mamá que en
nadie,
sobre todo el camino tortuoso que
le hicimos recorrer.
Y las razones absurdas y vacías que
le alegamos,
para que nos acompañara en esa
suicida misión.
¡Es como si en verdad no la
hubiésemos querido!;
pero tu propio dolor,
_ el que suponíamos en la soledad_
el que te causamos como castigo
irónico,
por habernos conducido esos 15 largos años,
iba agrandándose con el tiempo,
dentro de mí y dentro de todos.
Hablabas un lenguaje blando y
tierno,
irreversible.
_Así lo creíamos con empeño ciego_
en nuestro pecho resonaba absurdo,
“No puede ser”
_nos decíamos en silencio cada uno
para sí_
“No puede ser que el nombre
persista prohibitivo,
dudoso, intemporal, definitivo”.
¡pero contradictoriamente nos
prohibimos y le prohibimos a todos,
hablarte o acercarse a ti;
¡Todos te proscribimos!
¡La barbarie de nuestra actuación
nos impedía acercarnos!
Fueron los duros años de silencio y
ausentismo,
un golpe seco que te infringimos
cruelmente;
repetido tenazmente a través de los
días y los meses;
fue un tiempo turbio y áspero,
de amargados recuerdo,
de imágenes álgidas y sueños
efervescentes.
Una necesidad aún más grande que la
vida misma,
que persistía allí.
Pegada al transcurrir diario de cada
uno de nosotros.
¿Qué otra cosa distinta fue?,
además de ese fondo grisáceo y
demasiado realista de absurdos
¡ que no supimos porque lo hicimos,
ni lo merecías tú ni mi madre
tampoco!.
¡Nos envenenó estratégicamente
nuestro hermano mayor!.
¡El tenía que
haber intervenido y orientarnos e impedirlo!,
en lugar de azuzarnos,
dirigirnos y participar.
¡Dirigió todo sutilmente!
¡Arruinó a mi madre!,
¡y nos hizo arremeter contra el
hermano alto y delgado!
¡quien fue más que un padre para
nosotros!
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ahora casi veinte años más tarde,
cada uno marcha al lado del otro,
con la sonrisa de antes,
la voz calmada,
unos más lejanos que otros,
pero con una concordia y un amor
comedido,
ya sopesados y ajustados a su
propia dimensión real,
al mundo nuevo de la adultez,
aunque aún movidos bajo la risa de
los viejos recuerdos,
y de los mismos impulsos primarios,
que nos definieron desde un
principio.
Han vuelto con gratitud las comidas
en grupo,
las chanzas y las conversaciones
caseras,
bajo la dulce embriaguez de la cerveza
o del vino;
luego la tertulia de sobremesa
junto al café.
Estos vestigios iniciales,
descubiertos en los juegos
inocentes de la infancia,
son las primeras y auténticas
revelaciones de nuestro ser;
y yo los constato hoy en la vida de
cada uno de nosotros,
identificable por los recuerdos de
mi madre:,
“el era así”, tu otro hermano “de
este otro modo”,
“a ti te deslumbraban los zapatos
nuevos, lustrosos;
los contemplabas maravillado,
se te iban los ojos detrás de
ellos,
acariciabas su belleza y tersura”,
“en fin cada uno de tus hermanos,
son los mismos de antes”.
Hoy ha “regresado” _ ese hermano
que proscribimos_
por deseos recíprocos de él y de
nosotros,
tal vez para nunca irse,
tal vez para instalar todos juntos
con él,
una armonía ahora diferente...
porque, ¿ya no estamos más cercanos
a una imposibilidad de otra
postura?,
¿a una conjugación cristalizada de
sentimientos y razones,
recíprocamente cabalgados?.
Pero, ¿y esta madurez alcanza el
corazón de todos?
¿es una ilusión amarga,
tan tierna como falaz,
que ciega mis ojos como los de los
otros?
¿o
es el remordimiento de conciencia de todos
por lo que hicimos,
y no alcanzamos a entender su nobleza, su perdón
y su gran visión de no hablar de lo
que le hicimos,
para procurarnos armonía y unión?.
¡Darnos el ejemplo con sus actos!,
“diciéndonos: ¡Cómo debe ser un ser humano!,
¡libre de venganzas y rencor!.
¡libre de competencias y envidia!,
¡humilde y sencillo!.
¡No logramos entender porqué todavía cree en
nosotros!,
aunque observo ciertos tintes de
resabios en él,
de censura y perdón no concedido,
de extraña expectativa en postura y
gestos,
oscura resistencia y vacilación en
sus miradas
que generalmente vienen cargadas de
reproches
y de rencores viejos hacia mamá.
Los observo, ¿o es que yo me siento
culpable,
y proyecto mi sentir en él?
¡como la teoría de espejos!,
¿o es que en nosotros continúa la
competencia,
en silencio, inculcada por mi
hermano mayor,
y esta competencia y envidia de
verlo próspero y bondadoso,
no lo podemos entender?
¡no podemos comprender como se recuperó, se levantó y
surgió,
y ahora nos ayuda a todos nosotros,
sin recibir nada a cambio!
¡cómo si no hubiera pasado nada!
Este regreso es como un potro
salvaje
dentro de nosotros:
nos ha hecho felices,
aunque no todos lo asumimos por
igual
como él es.
¡por no entender que está formado
con un gran ideal y desprendimiento;
y desea de verdad nuestro bienestar,
lo cual hace que todos lo asumamos
por igual como él es!.
Esto me ensombrece,
Porque todavía no me he podido
quitar del todo
las palabras de mi hermano mayor,
y temo poder recaer
en antiguas posiciones.....
EL REGRESO DEL HERMANO POR PABLO RIQUELME
VERSIÓN DE JESUS RIQUELME NOVIEMBRE 1995