254 - EL TEATRO DE LA VIDA Sexta parte







EL TEATRO DE LA VIDA

Sexta parte

Cuento – Reflexión – Ensayo, numero 126

 

El autor desconocido de la obra literaria

¡el teatro de la vida!

en sus últimos capítulos

establece ejemplificantemente y con mucha virtuosidad,

el difícil y escabroso tema de la

¡cuarta hambre de la humanidad!

¡el sentir!,

que le da un toque especial al vivir

y le produce al ser el apetito de existir.

 

Expone el autor con mucha destreza y habilidad,

¡muy aguda y oportunamente!,

 argumentos, descripciones, narraciones profundas…

que ameritan un detenido análisis.

 

El autor inicia su exposición teatral

cuando varios personajes y autores destacados

 desarrollan su escenificación

estableciendo y concluyendo que

¡el sentir es el centro de la vida!

 

Continúa el autor aseverando que toda la vida

está centrada y basada en la

¡cuarta hambre de la humanidad!

¡el sentir!

 

Ella representa la principal hambre de la humanidad.

Sin ella no existiría la vida, ni nada parecido.

Todos los humanos necesitan al sentir,

de lo contrario no existirían.

 

El sentir es llamado popularmente por los humanos

de distintas maneras:

unos los apodan

“el yo”,

otros lo llaman

“la personalidad”,

la mayoría creen que es

“el alma”,

sobre todo cuando ese sentir se manifiesta

o viene acompañado por un algo…

¡ese algo es!

Sentimientos, emociones, pasiones, sensaciones…

que hacen vibrar y estremecer a todo el ser…

con una gran energía y deslumbramiento sorprendente,

conmovedor y seductor.

 

El sentir es una manifestación corporal innarrable, 

es un concepto abstracto que se confunde con lo

¡real y virtual al mismo tiempo!,

vibrante y emocionante de nuestro

¡tan querido yo!

 

Ese sentir es indescifrable, fugaz, e inimaginable,  

conmovedor, virtual y desconcertante

¡que produce sensaciones imprecisables!,

apasionadas y posesivas.

¡Es el yo vibrando de emociones!

 

El sentir abarca una amplitud total,

incluyendo el hambre material y de alimentos,

la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto…

y todo aquello del mundo de la imaginación,

de la creatividad, incluyendo los misteriosos e ininterpretables

¡sueños!

 

También contiene a las variables abstractas

depresión, angustia, tristeza, confusión…

y todos los recuerdos con sus sentimientos,

que nos produce la conciencia de que existimos.

 

También ocupa, rige, alude, abarca y trasciende

¡hasta el sexo!

con todas sus extensiones, prolongaciones y ramificaciones

expandiéndose ilimitadamente.

 

Es sorprendente e incompresible,

el hecho de que la materia palpitante

se haya auto-dotado del hambre del

¡sentir!

 

Esto hace de que ella piense y crea que milagrosamente

fue impregnada, dotada y poseída

¡por el don de la divinidad!

que es beneficioso y perjudicial a la vez.

 

El sentir genera y crea inseparablemente

a la conciencia de sí mismo,

usando el maravilloso pasado,

por medio de las asociaciones de ideas,

todas simultáneamente proveniente de las

¡enseñanzas – aprendizajes!,

¡formadoras del yo!,

constructoras de la personalidad del ser.

 

A todo este proceso se le llama erróneamente

¡alma o espíritu!

y es una sensación derivada

¡del concepto de propio valer!

de ese sentir,

donde nace, se refuerza y se consolida

¡el concepto del yo!

¡nuestro tan querido yo!,

el cual va construyendo lentamente la personalidad del ser.

 

Una abstracta varita mágica…

crea, estimula, invoca y dota del sentir al sexo,

lo motoriza, lo acelera y lo activa

incrementándolo notablemente,

activándolo con una impresionante velocidad,

 convirtiéndolo en algo aparentemente

¡inesperado y nuevo!,

¡instantáneo!,

apasionado, fogoso y ardiente,

caluroso, desenfrenado y delirante…

febril, indomable y vehemente…

como un volcán en plena erupción,

¡incontrolable!,

¡ebrio de sensaciones eróticas!,

inflamable de regocijo y éxtasis.

 

El sentir hace que el ser tenga

¡un porqué!

¡y un para qué! 

¡que justifique y estimule a su vivir!,

dotándolo con la magia del

¡instinto de conservación de la vida!,

supletorio y sustitutivo del

¡significado de la vida!

 

Son preguntas ineludibles para el ser

sobre su misteriosa existencia,

desconcertantes, agobiantes y silentes…

que resuenan y retumban en la mente del ser,

¡interminables e intermitentes!

durante toda su existencia en la tierra

por no poder obtener respuesta alguna

¡creíble y convencible!

¡de la presencia del ser en la tierra!

 

Cuando la enseñanza - aprendizaje del ser es equivocada,

el sentir se afecta notable y considerablemente

especialmente perjudicándolo y desviándolo

¡hacia las pasiones bajas!...

odio, venganza, rencor, rivalidad…

propendiéndolo y envolviéndolo a un

¡sentir abstracto enfermo!

completamente peligroso, dañino y nocivo,

¡pernicioso para el humano!

 

Las cárceles están llenas de estos casos

porque fueron arrastrados los seres por ese sentir,

generados por las pasiones bajas

inculcadas por las malas enseñanzas – aprendizajes

y consolidadas en su guion de vida.

 

Otro gran grupo de estos

 enfermizos sentires

se encuentran en el cementerio arrastrado,

¡por un arrebato momentáneo e impulsivo!

de las grabaciones mentales.

 

Cuando el sentir va asociado

con desviaciones mentales enfermizas…,

atadas a una idea obsesiva,

formando un conglomerado aturdidor

se revierte la magia, activando

las venganzas, los odios y los rencores…

 

Gran parte del sentir es enseñado y aprendido….

Son los sentires biológicos, los que tienen

 un componente genético.

Por eso de la enseñanza – aprendizaje

depende el futuro de la humanidad

y hay que cuidarla con esmero.

 

Continua en:

EL TEATRO DE LA VIDA

Cuento reflexión ensayo n° 127

(Séptima Parte)

EL TEATRO DE LA VIDA

Cuento reflexión ensayo n° 126

(Sexta Parte)

15-02-2024

Jesus Riquelme Senra

jesusriquelmesenra@gmail.com 

 

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